El avetoro común (Botaurus stellaris), es un ave ligada a ambientes palustres que se encuentra catalogada en España como En Peligro de Extinción según el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas y en Peligro Crítico en el Libro Rojo de las Aves, según criterios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). En España el último censo de la especie, realizado en 2011, arrojó una población estimada de 35 ejemplares invernantes y 40 machos territoriales en España.

Las principales amenazas de la especie estriban en la mala gestión de su hábitat, especialmente durante los periodos de sequía, que puede ser la causa de su desaparición en las marismas del Guadalquivir, La Mancha húmeda, el delta del Ebro, etc. Las quemas incontroladas de carrizales y la mala gestión ganadera de los humedales también resultan perjudiciales, junto con la caza furtiva, la colisión con tendidos eléctricos y los atropellos, que suponen una fuente destacable de mortalidad no natural. En todas las propuestas para la mejora de su situación se incluyen de manera preferente la realización de censos y la redacción de planes de conservación como los principales motores del avance de su preservación. Algo que precisamente persigue el LIFE Albufera.

Es importante recalcar que, hasta hace apenas 5 años, el avetoro se consideraba en l’Albufera como una especie únicamente migratoria. Desde la implantación de los humedales artificiales, y fruto de una gestión de la vegetación provechosa para la especie, se ha venido registrando anualmente la presencia de varios ejemplares invernantes, que permanecen en los humedales artificiales hasta principios de abril. Durante la invernada del año 2014-2015 se han venido registrando diversas observaciones de este ave tan difícil de detectar, suponiendo al menos la presencia de 4 ejemplares distintos (uno en el Tancat de la Pipa, otro en el Tancat de Milia y dos en el Tancat de l’Illa).

La presencia de este ave durante el período invernal supone buenas noticias desde numerosos puntos de vista:

  • Permite a la especie beneficiarse de un ambiente propicio y estable durante todo el período de invernada, precisamente en el sector litoral, que sufre un mayor declive;
  • Permite generar un espacio utilizado invierno tras invierno, dinámica que en muchos casos permite establecer en un futuro cercano una población reproductora, si se dan las condiciones de hábitat adecuadas;
  • Permite aprender de su uso de hábitat e interacciones con la gestión hidrológica y de la vegetación, de cara a proponer acciones directas de mejora de hábitat en estas y otras localidades;
  • Su seguimiento permite obtener información imprescindible para la redacción de planes de gestión del espacio de la Red Natura 2000 y que pueda ser incluida en los Planes de Cuenca respectivos;
  • Permite a numerosos aficionados a la observación de aves y a empresas dedicadas al birdwatching y turismo ornitológico tener varios lugares de observación para la especie.

Así que, por todas estas razones, ¡bienvenido seas, avetoro!