Durante los trabajos de seguimiento de ictiofauna en los humedales artificiales del LIFE Albufera, recientemente se ha detectado la presencia de misgurno o pez dojo (Misgurnus anguillicaudatus) en el Tancat de l’Illa, una especie de pez exótico e invasor procedente de Asia oriental.

Se trata de un pez de agua dulce que habita en el fondo de ríos, lagos, canales y cultivos de inundació en el entorno de éstos, como son los arrozales. De hecho, prefiere aguas corrientes, aprovechando los fondos fangosos y limosos. Su carácter exótico viene dado gracias a su capacidad de habitar ambientes de un amplio rango de temperaturas (entre 2 y 30°C) y en aguas con escaso oxígeno (pudiendo utilizar aire atmosférico gracias a una adaptación del tracto digestivo). Uno de los pocos limitantes que tiene es su baja capacidad de tolerar altas concentraciones altas concentraciones. Además, se trata de una especie con un potencial reproductivo elevado, alta capacidad adaptativa, supervivencia y capacidad de dispersión. Vamos, lo tiene todo para expandirse en aquellas regiones a las que pueda llegar.

De hecho, desde su primera localización en un canal de riego de los arrozales del delta del Ebro en 2001, ha protagonizado una rápida expansión en sus canales y zonas naturales, dando el salto a la cuenca del Ter. Recientemente la especie ha llegado hasta l’Albufera, posiblemente y al igual que en el caso del delta del Ebro, debido a su uso como cebo vivo para la pesca. La especie se detectó por primera vez en l’Albufera en 2012 por técnicos de la Conselleria de Infraestructuras, Territorio y Medio Ambiente, la especie ha ido ampliando su distribución en la mitad sur del parque natural.

Este pez habita en ambientes muy similares a los utilizados por especies autóctonas como el gobio, blenio o colmillejas, especies con las que entra en competencia por el microhábitat y por el alimento, y claramente con una capacidad superior de explotar el medio natural. De nuevo, nuestras especies autóctonas tienen todas las de perder.

El seguimiento de la biodiversidad se muestra en estos casos como una herramienta imprescindible para la detección temprana y control de especies exóticas con carácter invsasor, especialmente en el entorno de localidades de gran valor conservacionista, como son los humedales artificiales. Esperemos que, de esta forma, pueda mantenerse controlada su expansión, al menos, en estas localidades donde se potencia el hábitat adecuado para las especies autóctonas. Que, al fin y al cabo, son las que se benefician de la gestión destinada a mejorar el estado ecológico de estos espacios.