Muchas veces nos encontramos ante resultados de censos de aves reproductoras que ensalzan las cifras totales como indicadores de calidad del hábitat: “¡qué alegría, este año han criado 1.000 parejas de tal especie”!
Sin embargo, a la hora de censar aves acuáticas, este dato únicamente da una información: el número de hembras que se han emparejado con (al menos un macho). Por tanto, es una información muy limitada que se encuentra en la superficie flotante del iceberg del conocimiento que podemos tener sobre la dinámica poblacional de una especie. ¿Cuántos machos han participado en el proceso? ¿Cuántas parejas han realizado dos puestas? ¿Cuántas puestas han fracasado? ¿Qué factores han intervenido? ¿Cuántos pollos han tenido? ¿Cuántos han sobrevivido a las primeras semanas de vida? ¿Cuántos han sido reclutados por la porción reproductora de la población? Podríamos seguir así durante un buen rato.
Dos de los factores que aumentan enormemente la cantidad de información que puede aplicarse directamente en cuestiones de gestión directa de las poblaciones y sus hábitat son la productividad (por cada pareja, número de aves nacidas durante un período de cría concreto que alcanzan la fase juvenil y previsiblemente son reclutadas por la fracción adulta de la población) y la supervivencia de las crías (fracción de la pollada que continúa viva después de un determinado tiempo). Este punto es de considerable importancia dado que algunos humedales pueden ofrecer condiciones óptimas para la nidificación de algunas especies indicadoras de sistemas acuáticos de buena calidad, pero no sustentar a las nuevas generaciones (cambios severos en el hábitat, la disponibilidad de alimento o la tasa de predación), suponiendo de facto trampas ecológicas.
En el seguimiento realizado durante este año de la supervivencia de aves acuáticas juveniles, ésta ha resultado muy baja en algunas de las especies monitorizadas, como pueden ser la cigüeñuela, la focha común o el pato colorado. En el caso de éste último, en el Tancat de Milia, el único con una muestra suficientemente representativa, se ha estudiado la tasa de aves que, estando en una fase de crecimiento, son observadas en la siguiente fase de crecimiento.
El seguimiento se ha realizado para grupos familiares, de los que se conoce la edad y pueden reconocerse de forma individual. Así, con un análisis sencillo de la supervivencia, de las aves que alcanzan una semana de vida, el 46% de las aves alcanzan la segunda semana, mientras que de las aves que alcanzan esta segunda semana de vida, un 50% alcanzan la tercera. La menor tasa se corresponde a la transición entre aves de 4 semanas y juveniles, aunque esta tasa puede verse enmascarada por un posible abandono de la localidad a esta edad. En este sentido, la tasa acumulada hasta la 4 semana –Acumulada (4), con valor de 0.187– ofrece una aproximación mayor a la realidad.
Tasa de supervivencia de aves en grupos familiares, entre distintos grupos de edad, junto con la tasa de supervivencia acumulada entre la primera semana de edad y el tamaño de juvenil y entre la primera y la cuarta semana de edad –Acumulada (4)-
La baja supervivencia de pato colorado (de cada 10 pollos nacidos, 1.9 pollos llegan a la cuarta semana de vida), junto con la de otras especies como la cigüeñuela o la focha común, se debe, aunque no se conoce hasta qué punto, a la predación por parte de garza imperial, cuya mayor colonia en la ZEPA Albufera se encuentra en el entorno del Tancat de Milia.
Aunque no nos alarmemos. No hay que quedarse únicamente con un dato positivo o negativo, si no comprender las razones que llevan a esos datos, es decir, los factores que afectan, y cómo lo hacen, a los parámetros de productividad y supervivencia. Sólo así, a partir de toda esta información, analizada de manera conjunta con los datos de cobertura y estructura de la vegetación, y la caracterización de la comunidad de ictiofauna en cada una de las parcelas de estudio, permitirá determinar de una manera mucho más precisa cómo lograr que muchas parejas de fochas y patos colorados puedan reproducirse y, además, cómo lograr que su descendencia llegue sana y salva a la fase de adulto.